Salto a contenido Salto a navegación

Jóvenes con discapacidad después de la enseñanza obligatoria

Fecha:5 Ene 2023
Número de comentarios:2

Isabel Aranda es psicóloga especializada en discapacidad. Ella apuesta por ser facilitadora de sueños. Asegura que la familia debe ser el mayor apoyo para que un joven -con y sin discapacidad- logre alcanzar las metas que se propone pero… ¿qué ocurre cuándo finaliza la enseñanza obligatoria? ¿Qué futuro le depara al joven con discapacidad? 

 

Según ODISMET (Observatorio sobre la discapacidad y el mercado del trabajo en España) tan solo el 17,5% de las personas con discapacidad logran tener estudios superiores y, la gran mayoría, 61,4% dejan de estudiar cuando finaliza la etapa de la educación secundaria. ¿Qué motivo considera que determina estas cifras?

 

No podría dejarlo en un motivo, para mí es un tridente: capacidad, disposición y entorno:

Ante todo hay que tener claro que no todos los jóvenes tienen porqué querer cursar estudios superiores; así que dejando de lado esta variable, pueden existir motivos tanto personales como culturales, así como relacionados con la capacidad y las ganas de seguir estudiando.

A nivel cultural, podemos relacionarlo con la falta de referentes que hagan ver a los jóvenes con discapacidad que es posible estudios y tener trabajos de otra naturaleza. 

La disposición personal, por su lado, tiene que ver con las creencias tanto del joven como de su entorno más inmediato, en relación a lo que uno puede llegar a asumir y a alcanzar e, incluso, lo que uno merece. De todos modos, no todo empieza ni acaba en la universidad. Existen infinidad de opciones -por ejemplo, la Formación Profesional- para que los jóvenes puedan encontrar ese camino que tanto desean.

 

En la anterior entrevista hablábamos de las falsas creencias de la familia y de los miedos que se presentan ante los que se acostumbra a reaccionar con miedo y sobreprotección. ¿Es la familia el principal freno para los jóvenes que desean ir más allá?

 

En ocasiones el principal freno para alzar el vuelo, son aquellas personas que más quieren a los jóvenes. Sus miedos, sus temores, la infantilización que hacen de la persona con discapacidad… son una gran barrera para que el joven decida cuál es su futuro después de la enseñanza obligatoria.

Jóvenes con discapacidad después de la enseñanza obligatoria

Isabel Aranda, psicóloga especializada en desarrollo y entornos laborales.

También, resultan un conflicto las expectativas. El “tienes que sacarte una carrera porque yo lo digo” o “tienes que llegar lo lejos que no llegué yo” no va a resultar nunca un consejo fructífero. Con la llegada de una persona con discapacidad, la familia más inmediata puede que entre en un conflicto de expectativas entre aquello que imaginó, que proyectó y que le hubiera gustado y lo que cree o considera que su hijo puede conseguir. 

Llegados a este punto es importante escuchar y atender las necesidades del joven: qué quiere y cómo le gustaría hacerlo; y, por parte del joven, saber qué es lo qué desea en la vida y qué herramientas necesita para lograrlo.

 

“Con toda su buena voluntad, la familia sigue siendo un freno -en muchas ocasiones- para el óptimo desarrollo de los jóvenes con discapacidad”

 

El entorno y la accesibilidad son para el 70% de las personas con discapacidad entre los 15 y los 64 años, el principal motivo por el cual no acceden a ciertas actividades formativas.

 

Ya llevamos un cuarto del siglo XXI y seguimos sin pensar las ciudades para las personas con discapacidad. El entorno urbano en el que vivimos la gran mayoría no está pensado para facilitar la movilidad ya sea a las personas sin discapacidad como a aquellas que sufren algún tipo de discapacidad. El medio online ha resultado ser una gran bendición. Gracias a su aparición, se han roto muchísimas barreras tanto a nivel formativo como socializador acercando y haciendo posible el acceso a ciertos recursos.

 

“Actualmente la ‘educación inclusiva’ se basa en medidas reactivas y tenemos que apostar por la proactividad”

 

Educación “especial”, “inclusiva”… ¿deberíamos eliminar el concepto y quedarnos solo con “educación”?

 

Esta propuesta me resulta realmente atractiva. Las etiquetas solo dividen la realidad y merman los espacios de aprendizaje que son, al fin y al cabo, de lo que estamos hablando. Actualmente, ante una realidad no “inclusiva” lo que hacemos es poner parches ante casos concretos sin abordar, de forma general, la situación.

 

¿Alguna conclusión?

 

Familias más atentas y entorno con mayor preparación que permitan a los jóvenes soñar en grande.

Deja tu comentario

Tu email no será publicado.


El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.

Comentarios 2

  1. Miren Josune Otermin Iturralde

    Muchas gracias por este interesante artículo.
    Al hilo de esto, dónde podría obtener información sobre oferta y adaptación de planes de estudios, en los ciclos formativos de grados medios y superiores, para personas con discapacidad intelectual, por ejemplo FIL

  2. Esther

    Genial este artículo soy persona con diversidad funcional. Entré en la universidad en el año 201aquello era como ver a un bicho raro.Me gustaría poder comunicarme con usted porque ahora soy maestra e igual pasa con el trabajo