Maite Barrera ha sido la comisaria de la octava edición de la Bienal de Arte Contemporáneo que organiza Fundación ONCE. Ella es licenciada en Historia del Arte por la Universidad Autónoma de Madrid y especializada en temas de género tras ser becada en la Universidad de Ámsterdam.
A lo largo de su carrera, ha sido profesora de Historia de la Fotografía en la Universidad de Nueva York (sede Madrid) y se ha dedicado al mundo editorial, publicando algunos textos mezcla de fotografía y género.
A lo largo de la historia han sido numerosas las mujeres con discapacidad que han encontrado su ‘hueco’ en el mundo del arte: no por mujeres, no por su discapacidad sino por su obra. Frida Kahlo, sin ir más lejos, o Ángela de la Cruz, son claros ejemplos de ello.
Es la segunda vez que Maite Barrera es comisaria de la Bienal de Arte Contemporáneo que organiza Fundación ONCE. ¿Surgió de usted la idea de mezclar la discapacidad con el arte y, en este caso, también con el género?
La propuesta del tema vino desde la propia Fundación ONCE. Y yo no podía decir que no, porque era una oportunidad única para explorar una relación muy importante pero que, desde el punto de vista del arte, era la primera vez que se abordaba con profundidad.
A lo largo de su carrera, como especialista en temas de género, habrá tenido contacto con artistas y obras muy reivindicativas. ¿Qué tienen de especial cuando las artistas a su propia lucha por el género le tienen que sumar la de la discapacidad?
No lo pienso en realidad como una suma, más bien como un juego de relaciones múltiples. Nadie es solo una persona con discapacidad, todos somos el escenario en el que se cruzan influencias y tensiones muchas veces contradictorias. Y, lo interesante de esas contradicciones, es que arrojan luz sobre esas identidades que se cruzan. Por ejemplo, una de las artistas, Elena Prous, lo expresaba de un modo muy contundente: “Somos las no mujeres”. Es decir, la presencia de la discapacidad ilumina cuál es la definición social de la feminidad que la discapacidad impide cumplir. He encontrado que, en ese sentido, la discapacidad funciona a veces como una liberación de las demandas de género, como una especie de dispensa.
“El arte es un aprendizaje constante sobre la infinidad de mundos posibles”
En primer plano, "Infinitas hechuras" de Sonia Navarro, sobre la pared, a la derecha "A muleto A mulata A muleta A Latina" de Anna Bella Geiger, a la izquierda, proyectada sobre la pared "One hearth is an Ocean for a wooden heart" de Lisa Buffano y la cortina del fondo la instalación de Liz Crow.
50 mujeres, la gran mayoría con discapacidad… ¿expresan a través del arte lo que la sociedad -todavía a día de hoy- no les permite expresar?
Nuestra sociedad tiene una mirada infantilizadora sobre la discapacidad, y como eso no es muy compatible con la imagen que esa misma sociedad tiene de la excelencia artística, cuando se dan juntas, se invisibiliza la discapacidad. Se habla de “superar”, de realizar la obra “a pesar de”… El hecho de unirlas, poniendo el foco sobre esa faceta invisibilizada de la discapacidad, ilumina precisamente las cosas que el interés o la costumbre nos enseñan a no ver.
Conocer al artista a través de su obra es, tal vez, mucho más claro cuando éste no se puede comunicar normalmente. ¿Qué le dice su experiencia?
Hay modos muy diversos de comunicarse, en realidad hay múltiples modos de hacer cualquier cosa. Optaremos por unas u otras dependiendo de nuestras circunstancias y posibilidades, aunque sólo unas pocas sean aceptables socialmente. En ese sentido, el arte es un aprendizaje constante sobre la infinidad de mundos posibles, una apertura a otros modos de vivir más allá de las propias fronteras de la condición de cada cual.
“Hacer visible lo invisible es el mecanismo que opera en muchas de las obras de la Bienal”
¿Podría quedarse -por el mensaje que transmite- con una de las obras que se han expuesto en la Bienal de este año?
¡Qué difícil escoger una sola! Pero al tener relación con varias de las cosas de las que hemos estado hablando, quizá citaría Bedding Out, la performance de Liz Crow en la que aborda precisamente esta doble demanda mutuamente incompatible: por parte del mundo del arte profesional, de mantener su discapacidad y su necesidad de descanso en el ámbito de lo privado -de “performar la capacidad”- frente a la de la administración sanitaria de, por el contrario, “performar la discapacidad” para tener derecho a ser atendida como necesita. Su modo de resolverlo es justamente hacer una obra en la que expone públicamente y como obra de arte, esa parte de su vida antes mantenida en privado. De un modo u otro, ese hacer visible lo invisible es el mecanismo que opera en muchas de las obras de la Bienal de Arte Contemporáneo que organiza Fundación ONCE.
Bedding In Bedding Out: Reflections from the Bed from Roaring Girl Productions on Vimeo.