Nueve personas con discapacidad protagonizan una de las grandes obras de Antón Chéjov en el Teatro Valle-Inclán de Madrid. Tres son ciegas. Además, participan otros tres actores sin discapacidad para reivindicar el arte inclusivo.
Desde este miércoles y hasta el 10 de noviembre, este montaje resulta una adaptación de Chela De Ferrari de ‘La gaviota’, de Antón Chéjov (1860-1904). La directora ha unido a doce actores en esta producción, que el Centro Dramático Nacional ha levantado en colaboración con la IX Bienal de Arte Contemporáneo Fundación ONCE.
En una entrevista a Servimedia, De Ferrari explicó que «los personajes de Chéjov, atormentados por deseos insatisfechos e incapaces de ver la realidad que habitan, caminan a tientas buscando un paraíso perdido, irrecuperable». Esto, a juicio de la directora, es una ventaja para los actores con discapacidad, ya que podrán acercarse a ellos con humor y compasión.
Momento de la representación
La obra aborda la realidad que viven las personas ciegas a través de las historias de sus personajes y las propias.
Tras su trabajo en ‘Hamlet,’ con actores con síndrome de Down, entendió «el beneficio de poner un texto icónico de gran valor en manos de un elenco con discapacidad». El trabajo con estas personas «nos permite acercarnos al teatro desde otras perspectivas y ampliar nuestros horizontes artísticos».
BELLEZA ALLÍ DONDE LA IGNORAMOS
la directora de teatro aseguró que trabajar con personas con discapacidad “nos ofrece la posibilidad de encontrar belleza y valor en aquellas personas y colectivos que evitamos, ignoramos o rechazamos”, y quio destacar “la emoción que se produce en el público a raíz de ese encuentro, de ese descubrimiento, puede ser muy poderoso”, ya que “nos permite descubrir otras formas de representación y comprender nuestro estado de ignorancia con respecto a la realidad que viven las personas con discapacidad”.
Lola Robles es una madrileña de 55 años a la que una retinosis pigmentaria le robó la vista de niña, pero no su determinación. “Hace veinte años era muy difícil meterte en esto de la interpretación siendo ciega”, recuerda la actriz. “A mí me negaron la entrada hasta en tres escuelas de arte dramático en Madrid. Supongo que por desconocimiento”.
Para poner en práctica su formación, decidió asistir a todos los talleres de la ONCE, donde también forma parte de la Agrupación Teatral La Luciérnaga. “Ahora soy yo la que da charlas y cursos de formación”, explica. De hecho, es la responsable en materia de accesibilidad de este montaje escénico. Y, por último, advierte: “al final, nadie va a ver a ciegos actuando; eso se le olvida a todo el mundo en el primer minuto” de la representación.
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