En muchas ocasiones, cuando pensamos en el alumnado que puede presentar alguna dificultad en el aula, no pensamos en una persona con problemas de visión. Lo primero que debemos considerar es que hay muchos grados de pérdida de visión, valorados, generalmente la agudeza y el campo visual. La primera se refiere a la precisión con la que observamos los objetos a una distancia concreta, y la segunda es cuánto abarca nuestra visión cuando mantenemos la vista fija en un punto, lo que se conoce también como visión periférica.
En un aula común no tendremos jóvenes con ceguera total, pero sí podemos tenerlos con distintos grados de problemas de visión. Es, por tanto, que lo que a continuación comentaremos aplicará más a unos casos que a otros. Conoce a tu alumnado antes de decidir qué y cómo trabajarás con él.
¿Qué debemos de hacer en el aula para trabajar con estos alumnos?
Lectura de braille.
Como profesores u orientadores, debemos de permitirles tener una autonomía apoyándose en sus habilidades reales, dejando que tengan una estimulación multisensorial, especialmente con el tacto y el oído. Debemos de ofrecerle toda la ayuda necesaria para que su déficit no sea un inconveniente, como expresar verbalmente algunos hechos, especialmente si el entorno es poco conocido o hay algún cambio, así como controlar el nivel de ruido en el aula para que pueda escucharnos bien.
Sin duda, uno de los puntos clave que debemos de favorecer es el hábito propio de planificación de su propio trabajo, teniendo en cuenta que en ocasiones deberemos de dotarles de más tiempo para realizar tareas analíticas.
¿Qué adaptaciones necesita nuestra aula?
- Adaptaciones del entorno físico: organización fija de los elementos del aula y la situación del alumnado con estas dificultades dentro del aula, eliminación de obstáculos entre la zona de trabajo y el acceso al aula, posición en un lugar avanzado en el aula, cuidar la iluminación de la zona de trabajo, rotulador negro gordo si se trabaja con pizarra blanca…
- Adaptaciones de los recursos técnicos: materiales en relieve, máquina de escribir u ordenador, lupa y pantalla propias, folios de trabajo con líneas marcadas, profesorado de apoyo, materiales con letras grandes y marcadas…
Por último, en el caso de alumnos a los que se le sume un problema de lectoescritura por su avanzado desarrollo o su temprana detección del problema, quizás sea necesario una adaptación también de los contenidos y no solo de las metodologías.
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