“La confianza es la mayor herencia que podemos dar a nuestros hijos”. El “tú no puedes “ es, según la psicóloga Isabel Aranda, el mayor freno que como sociedad podemos poner a un joven con discapacidad.
Hemos mantenido una charla con ella y hemos aprendido de miedos, de valores, de sensibilización y, sobre todo, del poder de las palabras.
Según la Real Academia Española (RAE), una creencia es un firme asentimiento y conformidad con algo; un completo crédito que prestamos a un hecho o una noticia como seguros o ciertos.
Mientras que hay creencias que nos impulsan a confiar en nosotros mismos, a aportarnos puntos de positivismo en nuestro día a día, hay otras que nos frenan y nos impiden fluir: son las llamadas creencias limitantes.
Isabel Aranda, psicóloga especializada en desarrollo y entornos laborales, hace una ampliación del concepto “creencia” y asegura que “es un juicio de valor profundamente arraigado sobre algo y que tomamos como verdad absoluta”. Cuando se trata de la discapacidad de un hijo, a los padres les afloran -como no- algunas de estas creencias que según Aranda “las tenemos tan metidas en el cuerpo que ni las cuestionamos” y, ese es el motivo por el que se transmiten de padres a hijos.
Papel de la familia en la discapacidad
La sobreprotección, nuestros miedos y cómo nos comportamos con nuestros hijos, afectan a su desarrollo y futura inclusión social. El apoyo familiar a las personas con discapacidad es algo muy importante, pero no podemos dejar que nuestras creencias limitantes afecten a nuestros hijos.
Un ejemplo sencillo podríamos encontrarlo en el acto de dormir. Imagina, por un momento, un padre que desde que sus hijos son pequeños les acostumbra a dormir con una lucecita encendida, porque considera que es así como se duerme, porque así lo ha hecho toda la vida. El niño va creciendo y sigue durmiendo con esa lucecita, no se cuestiona no dormir sin ella, porque ha aprendido -y por lo tanto, cree- que así se duerme.
¿Qué puedo hacer para no cortar las alas a mi hijo?
Tu hijo es un joven con discapacidad, sí, pero eso no significa que sea un joven sin ambición. Tiene sus propios sueños y, aunque el recorrido puede no ser sencillo, tiene sus propias metas a alcanzar.
Ser un buen acompañante en ese proceso depende, en gran medida, de detectar cuáles son las creencias limitantes, esas que, según la psicóloga “condicionan tus actos, tus pensamientos y tus sentimientos”, provienen del entorno más inmediato y “un joven las absorbe sin cuestionarlo”. Por eso es tan importante el papel de las familias ante la discapacidad.
Para que el joven no absorba las creencias limitantes, Isabel Aranda asegura que “hay que actuar donde la palanca de cambio es más fuerte, es decir, con los padres”. Tras un proceso de duelo “porque el niño no es cómo lo habíamos imaginado”, habría que impulsar, recomienda Aranda, “escuelas de padres con grupos de sensibilización que sirvan para tomar conciencia de las creencias que pueden llegar a interferir en el progreso de los hijos”. Y, en este punto, la psicóloga considera importante hacer hincapié en que “el joven llegará donde él puede llegar, ni más cerca ni más lejos”.
Isabel Aranda, psicóloga especializada en desarrollo y entornos laborales.
La importancia del lenguaje
“En la infancia hemos aprendido a hablarnos diciéndonos las limitaciones que tenemos y no las posibilidades de las que disponemos”, afirma la psicóloga. Y es que, un buen uso del lenguaje -en positivo- puede cambiar radicalmente el significado del mensaje. Cambiar el “¿dónde voy a ir yo?” por el “voy y pruebo” o el “para qué esforzarme” por “seguro que aprendo algo nuevo”…
La manera en la que hablamos a nuestros hijos, asegura Isabel Aranda, es un reflejo de las creencias. Aportar positivismo en nuestro discurso puede favorecer al joven y ayudarle a lograr sus metas. La psicóloga recomienda “no fijarse en lo negativo sino en lo valorable”. Solo de esta manera los padres aportarán a sus hijos “el apoyo psicológico necesario para que puedan compartir su miedo, ansiedad y frustración”.
Pero… ¿Existe inclusión fuera de casa?
Inclusión social de jóvenes con discapacidad
Cuando hablamos de inclusión social enfocada a los jóvenes con discapacidad nos centramos en la manera en la que ellos participan de la sociedad así como también la forma en la que la sociedad facilita esa participación. El principal objetivo es que con sus capacidades y talento puedan alcanzar las metas que se propongan. Sin barreras.
La familia no es la única que -bajo una creencia limitante- puede tener tendencia a la sobreprotección e infantilización del joven con discapacidad. También puede ocurrir en el entorno laboral.
Según la experta para que la inclusión real se dé en la empresa no es necesario tener alguien con gran experiencia en inclusión, ella apuesta por la “normalización y la sensibilización” y que, como cualquier otro tema relacionado con la plantilla “se gestione desde recursos humanos”.
Una vez más, en el entorno laboral, comenta Isabel Aranda, resulta muy importante el lenguaje que se utilice. Recomienda “emplear un lenguaje asertivo, respetuoso y de tú a tú sin caer en las ñoñerías”. Aun así, aunque ya se esté trabajando en entornos como la familia y la escuela menciona que ve “complicado” que la empresa pueda reaccionar a la misma velocidad que el resto de la sociedad. “Porque las compañías tienden al status quo, la movilización es lenta”. Además, añade, “todo cambio requiere energía y, sobre todo, disposición personal”.
Sobre el futuro
Una cosa está clara, confirma la psicóloga, “las nuevas generaciones van a pensar diferente, de una manera más inclusiva pero de ahí a que esto se pueda implementar en la empresa, hay un gran salto”. También hace mención a las empresas reales que hay en este país. Y es que no nos podemos fijar en las pocas compañías que están en el IBEX, sino que el cambio real, asegura, empieza en las PYMES.
Para que una persona joven se sienta capaz y con autonomía para llevar a cabo aquello que se proponga, necesitamos como apunta Aranda “sensibilización social y aprender a relacionarnos con un joven con discapacidad de tú a tú”. Solo así el cambio será real.
En esta misma línea, asegura que “si confiamos en nuestros hijos, les damos la mejor herencia posible porque de esa confianza es de dónde sale el valor que necesitan para alcanzar sus sueños”.