A sus 21 años, Antón Esteban, con un cromosoma de más (en el par 21) ha cumplido uno de sus sueños, convertirse en peluquero. «Siempre quise cortar el pelo. Llevo practicando desde que era un niño con mis hermanas y nunca se han quejado», asegura. Una vecina de su ciudad natal Vigo, le ha dado una oportunidad para demostrar su valía.
Sonia Vaqueiro, la peluquera que ha contratado a Antón, resume su apuesta: «Siempre he visto a chicos y chicas con síndrome de Down trabajando en cafeterías, en supermercados o en gasolineras; por lo general, haciendo trabajos que requieren poca cualificación», en una entrevista concedida a la agencia de noticias Servimedia.
“UNO MÁS DE LA FAMILIA”
Con la idea de incorporar a su plantilla a un peluquero con síndrome de Down, acudió a la Asociación Down Vigo para que la orientaran. «Decidí enseñar mi oficio a un joven con síndrome de Down». Y lo encontró.
La asociación animó a Antón para que se matriculase en una academia de peluquería. Era la única persona con discapacidad entre los alumnos, pero no le costó mucho ganarse su afecto y admiración.
Sonia, junto a su empleado
Después, el joven continuo su formación (durante cinco meses más) con la propia Sonia. «Ahora no sólo corto el pelo, también lavo cabezas, tiño y hasta hago las uñas», afirma o Antón, quien no solo es uno más del equipo, sino «uno más de la familia».
«Me llama la ‘mami de la pelu’. Es increíble ver no sólo la rapidez con la que aprende, sino la bonita relación que se ha creado entre nosotros. Es que es un chico que, por su forma de ser, se hace querer», asegura Vaqueiro.
«No quiero que se les limite a la hora de trabajar, como suele ocurrir con muchos de estos chicos, que sólo encuentran trabajos de limpieza. Mi intención es que sepan de todo», apunta Sonia. Lo que empezó para el joven como un periodo de prácticas de 15 días se ha convertido en un contrato de trabajo como peluquero en plantilla.
MEJORAR LA DESTREZA SOCIAL
De hecho, Sonia considera que estos jóvenes deberían estar «más integrados en los estudios de Formación Profesional y no limitarse únicamente a recibir cursos donde se omite la parte práctica de cara al público», indica, sabiendo que hay algunos casos de discapacidad intelectual que, por su severidad, presentan una menor empleabilidad.
Además, Sonia es testigo de cómo afecta al ámbito personal de las personas con discapacidad trabajar: «Cuando empezó era muy tímido y costaba arrancarle hasta una palabra», pero ahora Antón ha ganado mucho en habilidades sociales. Le encanta hablar con las clientas y ellas le adoran. «No se corta ni un pelo en mostrar sus gustos y opiniones, pero con educación. Eso también lo ha notado la familia», explica. Por eso anima a todos los sectores a que, como ella, «abran las puertas a estas personas que tiene mucho que aportar».
De cara al futuro, este joven peluquero tiene el deseo de abrir su propio negocio. «Como me gusta mucho cantar y cortar el pelo, quiero que a mi peluquería la gente venga con mucho ritmo y con marcha. Y mientras les corto el pelo les podría cantar lo que me pidan», concluye.
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