Al astrofísico Enrique Pérez Montero, su ceguera, adquirida hace unos años, no le ha impedido desarrollar su trabajo como investigador de galaxias mediante sonidos y palabras. «Todos tenemos nuestros límites, pero si no los exploramos no sabemos hasta donde llegan y lo que podemos hacer».
Pérez Montero se dedica a la divulgación científica adaptada, en paralelo a su puesto de astrófico del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA), en Granada. En una entrevista concedida a la agencia de noticias Servimedia, explica su dedicación como investigador principal del proyecto ‘Astronomía accesible’, también conocido como ‘Astriaccesible’.
Este proyecto pertenece a la iniciativa de ‘ciencia inclusiva’ del CSIC, que difunde la astronomía entre las personas con discapacidad. También da visibilidad al trabajo de investigadores y rompe con «los prejuicios que todos tenemos porque todos tenemos la posibilidad de hacer lo que queramos», asegura Pérez Montero.
Dentro de ‘Astronomía accesible’ se hacen conferencias, talleres y/o desarrollo de materiales adaptados, como maquetas con relieve (planetología accesible) para percibir el sistema solar a través del tacto o actividades con sonificaciones. Es decir: se traducen las imágenes a sonidos mediante codificaciones de curvas de luz, en función del brillo, el sonido es más grave o agudo y se asocian imágenes a timbres.
Usuarias del proyecto 'Astronomía accesible'
En las sesiones en las que se realizan estas actividades se explica previamente a los asistentes lo que percibirán, la forma en la que «sentirán los fenómenos».
Sobre la ‘traducción’ de las imágenes a sonidos por curvas de luz, Pérez Montero detalló que «en la emisión de una estrella, se codifica el cambio de brillo y, de esta forma se asocia el barrido de una imagen a distintos timbres. También, se asocia un sonido a una maqueta».
ALTERNATIVA, NO RETIRARSE
Pérez Montero perdió la vista mientras elaboraba su tesis doctoral, a causa de la retinosis pigmentaria, una enfermedad congénita y degenerativa. Pese a ello, además de crear ‘Astronomía accesible’, trabaja investigando las galaxias de formación estelar masiva, las que generan estrellas muy calientes porque suelen estar cerca del Sol y en grandes cantidades.
El astrónomo, antes de quedarse ciego, usaba el telescopio para recoger datos y, posteriormente, analizarlos. Ahora, recibe ya los datos tratados y así los estudia. Y «desarrolla códigos para poder escribir sobre ello». «Cambié mi forma de trabajar», pero «siempre pensé en que la alternativa no era retirarme por no poder ver porque me había formado para ello», comenta.
A su juicio, las “claves” para no dejar su trabajo de investigador tras quedarse ciego fueron «tener visión cuando estudié, lo cual me ayuda a traducir mejor los datos en mi mente e imaginarme las imágenes y situaciones; ir perdiendo visión de forma gradual y poder prepararme para ello, y mi estabilidad laboral, que me dio tranquilidad».
El caso de este astrofísico es uno más de los muchos que, día a día, demuestran que la discapacidad no tiene por qué ser una barrera ante nuestra vocación.
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