Gabriel Ordás tiene 26 años, pero empezó a componer música con apenas seis. En su Oviedo natal le conocen por eso como el ‘Mozart asturiano’. Una grave desviación de la columna vertebral le obligó durante mucho tiempo a tocar el violín enfundado en un corsé ortopédico. Es consciente de que su escoliosis no desaparecerá, pero tampoco lo harán las más de 80 obras que ha compuesto hasta la fecha.
«Comencé mi a tocar el violín a los tres años y a los seis escribí mi primera obra para violín y orquesta de cuerdas», relata Gabriel en una entrevista a Servimedia. Este artista se trasladó a Nueva York, donde estudia en la Manhattan School of Music de la mano del Profesor Reiko Füting como beneficiario de la Beca para Composición ‘David Rose’ concedida por la propia institución.
Sus composiciones han recorrido medio mundo y han sido interpretadas en países como España, Italia, Corea, Rumanía o Estados Unidos de la mano de agrupaciones como la Orquesta de Televisión Española (TVE), Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) y la Oltenia Philarmonic Orchestra.

Ordás con su violín
En torno a los 13 años le diagnosticaron escoliosis severa «casi por casualidad». «Tuve una gastroenteritis bastante compleja que me llevó al hospital y una vez allí me quité la camiseta y los médicos vieron algo raro en mi espalda», cuenta el músico.
«Desde aquel instante he estado haciendo rehabilitación a diario». Durante años tuvo que llevar un corsé ortopédico que le entorpecía para tocar el violín. «No es una tarea fácil y soy consciente de que técnicamente ha afectado a mi evolución con el instrumento», reconoce.
Una de sus terapias es la natación. Pero después de varios chapuzones, descubrió que tenía dermatitis atópica y su piel «ardía» en contacto con el cloro del agua. Gabriel se vio obligado a cambiar las calles de la piscina olímpica por las concurridas y ruidosas calles de Nueva York donde corre habitualmente. «Pero esto es todo cemento, nada qué ver con mi Asturias», se lamenta.
Ordás utiliza la tecnología para seguir vinculado a España. Gracias a ella organiza ensayos trasatlánticos con otros músicos, así como para seguir las indicaciones de su fisioterapeuta de confianza en Ávila.
«Mi mayor aspiración en la vida es poder continuar como músico, tanto como violinista como compositivo, y poder sobreponerme a problemas de salud que me pueda encontrar», confiesa. Seguro que lo conseguirá.
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